La quietud es necesaria e imprescindible
Sosiego, reposo, descanso... son necesarios
para la reparación del cuerpo y el alma.
En un mundo que vive por lo general frenéticamente,
se hace necesaria la contemplación y el silencio de los que nacen la reflexión,
la meditación, o la simple constatación de la Presencia.
Existimos, pero ¿vivimos?
Es en la quietud donde se despierta la consciencia.
La quietud nos aporta perspectiva, distancia, ubicación.
Nos ayuda a otorgar el peso, la densidad, el valor a lo vivido,
a ubicar en términos relativos lo que vale la pena y lo que no.
En la quietud se produce la integración de la experiencia,
en el silencio nace la voz que nos ayuda a significar,
la reflexión serena se genera el poso del saber.
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